Hace 55 años The Doors tocaron la primera de cuatro noches en el Forum de la Ciudad de México (28.06.1969).
El viernes se realizó un chequeo de rutina dentro del Forum, y los primeros sonidos de lo que vendría después fueron escuchados. Para este punto, parecía que las cuatro presentaciones del Forum era todo lo que The Doors haría en su visita.
Mientras tanto, la barba de Morrison acaparaba las miradas. Los otros miembros de la banda pensaban que era momento de rasurarla. No correspondía, argumentaron, con los posters que tapizaban la ciudad. Le pidieron a Siddons que hablara con Morrison, y lo hizo. Pero la barba se quedó.
Frente al Forum, han tocado ya varias bandas desde las ocho de la noche, y casi mil personas se han congregado en la Avenida de los Insurgentes (una de las muchas calles mexicanas con nombres de revolucionario) para ver y escuchar. La fachada del club ha sido cubierta con murales, uno de ellos es una pintura de cuatro metros y medio por otros cuatro y medio con la cara de Morrison. Un costado del edificio dice “Hoy, The Doors”. Mario Olmos dijo que tenía la intención de traer el rock estadunidense a la ciudad y había promovido bien los cuatro shows.
En el hotel, la banda bebía coñac. Lentamente, a eso de las 11:30 pm, reunieron a sus esposas y chicas para emprender el viaje de 15 minutos hacia el club, abordando las limusinas blancas y negras. Al salir de los autos, los jóvenes fans mexicanos se abrieron paso a codazos para empujar a Morrison y llegar a los otros. No lo reconocieron.
En el camerino, intercambiaron algunas bromas y jugaron nerviosamente con el tanque de oxígeno. Morrison estaba preocupado por dar el pequeño discurso que había escrito. Dijo que no podía memorizarlo y les preguntó a los demás si podía leerlo. Ellos respondieron que sí. “Buenas noches, señores y señoritas”, dijo en el descanso entre “When the Music’s Over” y “Touch Me”. Entonces dijo que la ciudad era marvelous-o y presentó a la banda: en el órgano, Ramón Manzarek. En la batería, Juan Densmore. En la guitarra, Roberto Krieger. Y la audiencia rugió.