En los últimos meses, el Estado de México se ha convertido en una «mina» de maratones. Cada mes, al menos en diferentes municipios, se lleva a cabo una prueba de maratón. Sin embargo, el organizador rara vez se preocupa por llevar a cabo un estudio de la localidad para determinar si es adecuada o no para el desarrollo de la carrera.
Además, ni siquiera cuentan con la certificación de la Federación Mexicana de Atletismo, y mucho menos con la certificación internacional. Solo se presume que están en proceso de obtenerla, pero hasta ahora, dicho papel que podría garantizar el éxito de esta exigente prueba atlética nunca llega.