*El partido que representaba a la izquierda legal fue convertido en una vulgar caricatura política por sus dirigentes, quienes, como el legislador Omar Ortega Álvarez, prefieren satisfacer sus ambiciones personales y apostar a candidaturas del mundo de la farándula.
De haber sido el heredero de la izquierda histórica del país (Partido Comunista Mexicano, Partido Mexicano de los Trabajadores, Partido Mexicano Socialista), el Partido de la Revolución Democrática (PRD), se ha convertido en un bufón de la política y rémora de una derecha a la que decía combatir.
Es una realidad que desde que ese partido fue infiltrado por el calderonismo, destruido desde dentro por sus propios líderes y los intereses neoliberales, más la salida de sus filas del hoy presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, los perredistas que no transitaron a morena perdieron el rumbo, se volvieron acomodaticios y pactaron con lo peor de lo peor, con tal de no perder el registro y sus dirigentes no renunciaron a tener privilegios a través de los cargos públicos.
El PRD ha caído en lo más burdo, ya que al no renovar sus cuadros militantes y verse al borde de la extinción, sobreviviendo sin ideales ni dignidad, convirtiéndose en el esbirro al servicio del PAN y del PRI que postula bajo el principio de frivolidad, candidaturas que son de dar risa y pena ajena.
Ejemplo de ello, es que el sol azteca se ha visto en la necesidad de recurrir al mundo de la farándula para tener abanderados, como en el caso de la egresada de la primera generación de “La Academia”, Antonia Salazar, mejor conocida como “Toñita”, quien por sí misma anunció su integración a ese partido, como candidata a diputada federal por el distrito 11 de Ecatepec.
Pero las personas que han sido designadas no tienen la culpa, sino los “líderes” que ya no saben que inventar, quienes están acabando de liquidar lo que queda del perredismo y que prefieren ver caer a su instituto político, antes que quedar fuera de la jugada, como el diputado, Omar Ortega Álvarez, quien no quiere dejar de vivir del erario público y pretende continuar liderando la bancada del PRD en el Estado de México, a costa de lo que sea, privatizando a ese instituto político para que nadie más que él ocupe ese puesto.
Mientras Omar Ortega va por la rebanada de pastel que no quiere dejar de tener en su mesa, poco le interesa que el PRD esté prácticamente muriendo frente a sus ojos, porque los ciudadanos ya no creen en ellos como opción de gobierno, porque traicionaron a un pueblo al que decían defender.
