Sin lugar a duda si hay un perdedor de la pasada elección constitucional en el Estado de México ese es el Partido Revolucionario Institucional y su presidenta estatal, Ana Lilia Herrera Anzaldo, sobre quien se tenían grandes esperanzas por su capacidad política y los antecedentes que le hicieron colgarse “medallas” que a la hora de la hora no demostró merecer.
Los priistas depositaron en Herrera Anzaldo toda la confianza que se podía depositar en alguien plenamente arraigada en la plaza, en este caso el Estado de México, que si bien sus orígenes son de la Ciudad de México, pues lleva décadas de arraigo en suelo mexiquense y por eso se pensó que ella sí podría responder a la expectativa de la militancia del tricolor.
La dejaron sola, bailando en la loma, luchando sola contra el mundo, como el predicador al que nadie escucha, como un grito en el desierto que –ya se demostró- que ya no funciona en los tiempos de las campañas eficientes, frontales, efectivas, de redes sociales y hasta de contenidos dirigidos con Inteligencia Artificial. Hasta en eso se quedó atrás el otrora poderoso Revolucionario Institucional.